Es evidente que la vida ha seguido una trayectoria evolutiva desde que hace 4.000 millones de años la Tierra sólo poseía en su hidrosfera agua y sales inorgánicas mientras que, en la atmósfera, había dióxido de carbono, amoniaco y agua. Habría que saber cómo se formó el universo, cómo se generó el átomo y cómo se pasó de los compuestos inorgánicos a los orgánicos, así como de estos a la primera célula.
Evidentemente, el universo no está pensado de acuerdo a las leyes de la vagancia, del desorden o del caos pues, si así fuera, lo más cómodo para los átomos hubiera sido quedarse como estaban. Pero ninguno de estos grandes temas se encuentra mínimamente explicado, pues aunque se conocieran los supuestos pasos de cada uno de estos procesos, ello no sería de por sí suficiente. Tenemos que conocer las causas, y hasta podríamos decir el porqué. Todo se quiere explicar mediante una competición por recursos escasos y la supervivencia de los individuos mejor adaptados, que serían los que luego se reproducirían. Pero, ¿quién puede imaginar a una molécula compitiendo por algo si ella no tiene mayores necesidades? o, ¿quién es capaz de explicar cómo se generó la primera reproducción celular para que el mecanismo de la selección natural comenzara a funcionar?. Concluimos que las explicaciones materialistas actuales son insuficientes. Lo cierto es que el ser humano existe desde hace decenas de miles de años, como también es verdad que la mayor parte de las veces no sabe quién es, de dónde viene y hacia dónde va. También se observa que el hombre no pocas veces lucha por mejorarse y por mejorar el mundo que le rodea pero, quizás, lo más importante sea el hecho de que la raza humana a la vista tiene infinidad de defectos que corregir. Tal vez no haya que imaginar al hombre del futuro como un ser frío, y con la frente abultada por su enorme cerebro, sino como un ser feliz, sin complejos y en armonía con las leyes de la vida. La evolución continúa en niveles físicos, psíquicos, mentales y de la voluntad, a pesar de que los vicios que enferman al organismo psicofísico (mala alimentación, alcohol, tabaco y drogas), amenazan con atacar sin tregua a una parte de la humanidad durante varias generaciones más.
El primer reino (mineral) se manifiesta sólo en el nivel de la materia y la energía.
El segundo reino (vegetal) ya muestra ciertas propiedades astrales o sensibles: al Sol, a la humedad, al tacto humano, a las estaciones, etc.
El tercer reino (animal) comienza a poner en acción cualidades mentales: percepción sensorial del mundo externo, inteligencia instintiva, solución de pequeños problemas en los animales más evolucionados, etc.
El cuarto reino (humano) comienza a desplegar y a afianzar la voluntad, a la vez que la conciencia de sí mismo y en relación al mundo externo. Igual que en el resto de los reinos, en el humano existen diferentes niveles de conciencia o de perfeccionamiento.
La existencia del Quinto Reino Universal, el Hijo del Hombre, el hombre de nueva levadura (Nostradamus), el superhombre (o supermujer), que poco a poco comienza a desarrollarse. Este se caracteriza, entre otras cosas, por la posesión de dos nuevos sentidos: la intuición y la clarividencia. Todo esto nos hace reflexionar sobre las cosas que estamos viviendo en nuestra sociedad, tomamos la actitud de combate frente a nuestros semejantes y no nos damos cuenta que nos estamos destruyendo a nosotros mismos y no hacemos nada por encontrar una solución. Debemos tomar consciencia de nuestros actos y actitudes, y qué estamos haciendo con nuestro mundo.
También observamos como se dan las relaciones entre los niños, hay luchas y competencia por el poder y la dominación, y como es el comportamiento humano cuando nos sentimos acorralados, tratamos de volver al pasado, mostrando un comportamiento de salvajismo. Vivimos en una constante y clara involución del ser humano.
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