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miércoles, 5 de septiembre de 2012

Nave espacial



"Un pequeño paso para el hombre, un enorme salto para la humanidad" Palabras que pronunció Neil Armstrong cuando pisó la Luna, pero como hemos logrado alcanzar otros planetas?.
La era espacial se inició como consecuencia de los programas militares de las dos superpotencias: la Unión Soviética y los Estados Unidos. Desde que terminara la segunda guerra mundial, los dos países competían en una carrera por el desarrollo de misiles con cabezas nucleares. La envergadura y potencia de los misiles estratégicos soviéticos brindó a la URSS el liderazgo en la exploración espacial, ya que los cohetes lanzadores de satélites fueron una adaptación de los militares. El lanzamiento del satélite soviético Sputnik 1 el 4 de octubre de 1957 marcó el inicio de la era espacial. Para el mundo fue motivo de asombro; para los Estados Unidos supuso también una crisis de confianza. El Sputnik 1 no sólo mostró que la Unión Soviética era superior en misiles, sino que igualaban por lo menos a los Estados Unidos en el campo más amplio de la tecnología, que Norteamérica había considerado hasta entonces como terreno propio. Cuando Kennedy fue elegido presidente en 1960 hizo de los vuelos espaciales tripulados norteamericanos objetivo primordial de su política. La carre­ra espacial pasó a convertirse en sustituto de la guerra. En 1969 Estados Unidos se convirtió en la primera nación que logró enviar seres humanos a la Luna. El mundo, además de asombrarse, respiró aliviado: se había conseguido el equilibrio en la carrera espacial. El espacio se convirtió en terreno de pruebas para numerosas tecnologías: electrónica, proceso de datos, máquinas - herramientas, automatización, ins­trumental médico y otras muchas. La participación de un ingente número de personas (medio millón en el caso del proyecto estadounidense Apolo), permitió también el desarrollo de técnicas de dirección más eficaces, que hoy se aplican a la industria en general. Debido a la importancia que el peso y la potencia revisten en cualquier vuelo espacial, se dedicaron grandes esfuerzos monetarios y de investigación a la microminiaturización y al desarro­llo de fuentes energéticas como los paneles solares y las baterías de larga duración. En 1963 se estableció en Wash­ington la Oficina de Utilización Tecnológica destinada a informar al público de los beneficios que se derivarían del programa espacial. Muchos avances actuales son resultado directo de aquella investigación. La industria de las computadoras resultaba indispensable. Tan sólo para el control de vuelo se utilizaban docenas de computadoras, y en una fase del de­sarrollo del Proyecto Apolo se emplearon el ordenador más grande del mundo y el más pequeño. El espacio mismo, con su combinación de ingravidez y vacío carente de microorganismos, constituye el medio perfecto para investigaciones de determinados campos, como la biología y la medicina. En las estaciones espaciales (bases semipermanentes en el espacio) que tanto Rusia como Estados Unidos pusieron en órbita a partir de 1970, se pueden llevar a cabo procesos industriales inviables en la Tierra a causa de la gravedad. Desde estas estaciones se pueden tomar fotografías de la superficie terrestre que permiten la identificación de zonas ricas en recursos naturales, como el petróleo.
La tecnología espacial podrá asimismo ayudar a resolver los problemas del Tercer Mundo; en el futuro se podría educar a sus amplias y diseminadas poblaciones mediante programas de televisión vía satélite.

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