jueves, 20 de junio de 2013
Bandoneón.
Bandoneón, instrumento musical cromático de fuelle y lengüetas libres parecido al acordeón.
Parece que los chinos, lo inventaron, o algo parecido. Se sabe que el francés Gabriel-Joseph Grenié, que vivió en la misma época de Mozart, construyo un instrumento que podía graduar su potencia sonora y fue modelo del armonio. Un alemán, Hermann Ulgh, lo construyó portatil. Era el actual bandoneón. Transcurría el año 1835. Décadas después , un fabricante vende esos aparatos dándole las iniciales A.A. como marca de fábrica, más tarde cambia porque Vertagh Heinrich Band los armó en su taller (Band Union) dando origen a nombres sucesivos, bandunion, bandonion, bandoneón. Uno de ellos llegó a Buenos Aires hacia 1862, y se sabe el suizo Shumacher animaba con el los descansos de la tropa durante la Guerra de la Triple alianza. Quince años más tarde nacía la danza y música que lo hizo famoso, el Tango.
Su forma es cuadrada y su tamaño mayor que el de la concertina, participando más de las características de ésta que de las del acordeón. En lugar de teclado utiliza botones, 38 para el registro agudo y medio y 33 para el grave. Cada botón emite un sonido, de forma que para producir un acorde se deben pulsar varios a la vez. Su sonido es limpio y de una gran extensión, lo que le ha convertido, sobre todo desde principios de siglo, en un instrumento solista muy apreciado por las orquestinas de tango en Argentina, Uruguay y Brasil.
El argentino Alejandro Barletta consiguió popularizarlo en sus largas giras por el mundo, elaborando un repertorio propio para el instrumento. El compositor argentino Roberto Caamaño tiene un concierto para bandoneón y orquesta.
lunes, 3 de junio de 2013
La Máquina cifradora y su creación.
El concepto de una máquina cifradora electromecánica fue patentado por un holandés, Hugo Koch, en 1919; pero fue un ingeniero berlinés, el doctor Arthur Scherbius, el primero en llevarlo a la práctica. En 1923, la Compañía Alemana de Máquinas Cifradoras empezó a vender una máquina que Scherbius denominó “Enigma”. A partir de ella desarrolló las Enigmas mucho más complicadas, mismas que fueron empleadas por los alemanes durante la segunda guerra mundial en sus radiomensajes de alto secreto.
En 1937, los japoneses habían puesto a punto una máquina similar, a la
que los estadounidenses llamaron “Púrpura” y que fue utilizada por la
Marina y el Ministerio de Asuntos Exteriores japoneses.
La máquina Enigma se parecía a una incómoda máquina de escribir con
un teclado en la parte delantera. Por mucho que se pulsase una letra
determinada, nunca repetía la misma letra cifrada. Cada día se cambiaba la
clave, según un programa que los alemanes creían ser los únicos en conocer.
En los años treinta, los polacos resolvieron el misterio de los
principios teóricos en que se basaba Enigma. En 1939 pasaron dos máquinas que
ellos mismos habían construido, a Francia e Inglaterra, lo que constituyó un
paso decisivo en la guerra de los mensajes cifrados. La Escuela británica de
Lenguajes Cifrados en Bletchley Park, con un equipo de lingüistas y matemáticos,
se afanaba por desentrañar las claves de Enigma.
En abril de 1940 se consiguió descifrar los primeros mensajes, y poco
después los ingleses descifraban con regularidad los mensajes de la Luftwaffe y
del ejército alemán.
En 1941, los expertos estadounidenses habían descubierto la clave diplomática
japonesa “Púrpura”. Después descifraron también la clave de la Marina
japonesa, lo que les permitió inutilizar la flota nipona en las islas Midway en
junio de 1942 y, al año siguiente, derribar y matar al almirante Yamamoto, que
había dirigido el ataque contra Pearl Harbor. Las réplicas inglesas y
estadounidenses de Enigma, llamadas Typex y Sigaba, nunca fueron descifradas por
sus enemigos.
viernes, 19 de abril de 2013
Historia de la Máquina de escribir.
El primer intento
registrado de producir una máquina de escribir fue realizado por
el inventor Henry Mill, que obtuvo una patente de la reina Ana de
Gran Bretaña en 1714. La siguiente patente expedida para una
máquina de escribir fue concedida al inventor estadounidense
William Austin Burt en 1829 por una máquina con caracteres
colocados en una rueda semicircular que se giraba hasta la letra
o carácter deseado y luego se oprimía contra el papel. Esta
primera máquina se llamó 'tipógrafo', y era más lenta que la
escritura normal. En 1833 le fue concedida una patente francesa
al inventor Xavier Progin por una máquina que incorporaba por
primera vez uno de los principios utilizados en las máquinas de
escribir modernas: el uso, para cada letra o símbolo, de líneas
de linotipia separadas y accionadas por palancas separadas.
El mecanismo
utilizado para mover el papel entre caracteres y entre líneas es
en casi todas las máquinas de escribir modernas un rodillo
cilíndrico, contra el que se sujeta el papel con firmeza. El
rodillo se mueve horizontalmente para producir el espaciado entre
las líneas. La primera máquina que utilizó este método de
espaciado fue construida en 1843 por el inventor estadounidense
Charles Grover Thurber. La parte impresora de esta máquina de
escribir era un anillo de metal que giraba en sentido horizontal
sobre el rodillo y que estaba provisto de una serie de teclas o
pistones con piezas de caracteres en su parte inferior. La
máquina funcionaba girando la rueda hasta que la letra adecuada
se centraba sobre la posición de impresión en el rodillo y
luego se oprimía la tecla.
Varios inventores
intentaron crear máquinas diseñadas para hacer impresiones
grabadas en relieve que pudieran ser leídas por personas ciegas.
Una de esas máquinas, desarrollada en 1856, era semejante a la
máquina de escribir moderna en cuanto a la disposición de las
teclas y líneas de linotipia, pero grababa las letras en relieve
en una tira de papel estrecha en lugar de en una hoja. Una
máquina similar, creada y patentada en 1856, tenía las líneas
de linotipia dispuestas en sentido circular, un soporte de papel
móvil, un timbre que sonaba para indicar el final de una línea
y una cinta con tinta. La disposición del teclado de esta
máquina era semejante a las teclas blancas y negras de un piano.
Desarrollos
recientes
La aplicación de
controles electrónicos, posible gracias al microprocesador y el
almacenamiento informático, tiene múltiples usos en la máquina
de escribir moderna, transformándola en un procesador de datos.
El acoplamiento del teclado de una máquina de escribir
electrónica especialmente diseñada a una lógica de ordenador y
a unos circuitos de memoria, permite al sistema ensamblado llevar
a cabo ciertas funciones automáticas, como producir varias
copias de una carta dirigida a personas diferentes con las
pertinentes alteraciones en el texto.
Las máquinas componedoras que
funcionan como terminales de ordenadores preparan copias para
impresión, espacian proporcionalmente los caracteres y
justifican los márgenes de modo automático. La información
mecanografiada puede ser editada en una pantalla de rayos
catódicos. En las décadas de 1970 y 1980 muchos periódicos y
otros medios de impresión equiparon a sus redactores y editores
con dichas máquinas. Éstas y otras máquinas de impresión a
alta velocidad y de procesamiento de datos utilizan el teclado de
la máquina de escribir — todavía en la forma diseñada por
Cristopher Sholes—, aunque en realidad se trata más de
extensiones de ordenador que de máquinas de escribir.
martes, 19 de marzo de 2013
Evolución de la velocidad.
Quizás fue algún tronco caído a las orillas de un
río el primer medio de transporte utilizado por el ser humano, o probablemente
algún animal domesticado; lo cierto es que siempre ha permanecido el espíritu
de lucha por mejorar lo concebido; logrando así, evolucionar de la forma hoy
conocida; llegando a construirse grandes embarcaciones a velas o a vapor,
movidas por aspas gigantescas, que representaron el principal medio de
transporte por varios siglos. Hasta que a alguien se le ocurrió mirar hacia el
cielo y envidiar a las aves sus alas. Fue así como muchos hombres de ciencia,
decidieran crear un artefacto similar a las aves; con alas, cola, no obstante,
muchos resultaron infructuosos. Siguió la lucha y en 1.903 los hermanos Wright
lograron su cometido.
Es evidente el gran salto científico y tecnológico
dado entonces. Desde ese momento se ha trabajado muchísimo y se han rebasado
muchas metas. Los aviones de hoy día son, por ejemplo, muchísimo más rápidos
que los de entonces y que cualquier transporte terrestre o marino de cualquier
época pasada o presente; por ello su importancia al hablar de velocidades, pues
resulta claro que el volar brinda un sin número de ventajas a la hora de
moverse rápidamente.
Nunca se ha podido
predecir con lujo de detalles las consecuencias de alcanzar ciertas
velocidades, ya sean dichas consecuencias sobre el artefacto o sobre el piloto.
En un principio se desarmaban las alas, se caían los motores y nunca faltó un
giro mortal imprevisto a la hora de acelerar más y más; pero fue la práctica la
mejor maestra y poco a poco todo se solucionaba. Entonces alguien se una meta:
Rebasar la velocidad del sonido. Considerada la velocidad del sonido imposible
o por lo menos muy difícil de superar, quedaba solo la tarea de trabajar e
idear hasta lograr lo propuesto. Fue así como un buen día, a bordo de un
avión de gran poder y mucho ruido, se cruzó el cielo a una velocidad superior a
la del sonido. Es difícil imaginar el momento cuando el aparato aceleró y
produjo ese ¡Boom! que todos asociamos a la llamada "barrera del
sonido" pero es fácil suponer el gran sentimiento de satisfacción de los
realizadores.
Hoy día la velocidad del
sonido puede ser superada con relativa
facilidad, e inclusive varias veces su valor, produciéndose algunos fenómenos.
Sin embargo, la ambición, la curiosidad o grandes sueños hayan fijado lo que es
hoy día la próxima meta a rebasar: la velocidad de la luz.
miércoles, 27 de febrero de 2013
¿Quién tuvo esa idea del nivel de burbuja?
El nivel de burbuja consiste en un tubo cerrado de vidrio montado en una
pieza recta de madera; sirve para hallar un plano vertical u horizontal. El tubo
esta lleno de alcohol, el agua se puede helar y contiene una pequeña
burbuja de aire. Cuando la burbuja se sitúa entre dos marcas señaladas en el
tubo de vidrio, la pieza de madera se encuentra exactamente horizontal o
vertical.
Este
nivel se desarrolló a finales de la Edad Media y se usaba con instrumentos
topográficos y de artillería. La primera descripción se encuentra en un
libro escrito por el francés M. Thévenot en 1661. A principios del siglo XIX
se Ie dio al tubo de vidrio una ligera curva ascendente, lo que proporcionaba
una guía más exacta y aumentaba la utilidad del instrumento en una mayor
variedad de trabajos, especialmente en la construcción.
viernes, 1 de febrero de 2013
La voluntad en la historia(2)
Las circunstancias excepcionales tienen el poder de revelar cualidades (incluidas las monstruosas) y una poderosa voluntad hasta entonces escondidas o embrionarias en circunstancias normales “el gran hombre nace dos veces, la primera como hombre, la segunda como genio”. En los contextos extraordinarios, que son a la vez momentos de crisis, el espacio abierto a la voluntad se ensancha. En situaciones normales, propias de las sociedades constituidas, la voluntad se ejerce en una esfera más o menos amplia pero siempre limitada, definida por reglas, leyes y costumbres: derecho, usos y tradiciones enmarcan el actuar de la voluntad. Además, es raro que en un Estado constituido haya un solo centro de autoridad; en general son varios, asociados a la toma de decisiones o en competencia con el ejecutivo. La voluntad no sólo se topa con límites, sino que es compartida. El surgimiento de “hombres excepcionales” se encuentra ligado al estado de excepción, en el sentido amplio del término, y la figura del “hombre excepcional” se confunde casi con la del dictador; es decir, un individuo al cual las circunstancias excepcionales otorgan poderes extraordinarios, lo que lleva a subordinar el derecho a la voluntad. El azar no explica la aparición de los hombres extraordinarios; hay situaciones casi estructurales que les permiten ejercer su “talento” y desplegar su voluntad. Hitler era un mediocre, ciertamente, pero su fanatismo ideológico, sus dotes de orador, la fuerza de su voluntad y su habilidad táctica no eran rasgos universalmente difundidos. Ninguno otro pudo jugar el papel que el jugó y tal como lo jugó.
viernes, 11 de enero de 2013
La voluntad en la historia (1).
Esa evolución fue sintomática del declive de unas ciencias sociales cuya hegemonía descansaba en los dos pilares teóricos del marxismo y el psicoanálisis, y que se apoyaba también en un principio común a todas las disciplinas, a saber, que los discursos y las prácticas no son más que disfraces, que toda conciencia tiene que ser mistificada, de modo que la ciencia social, en su programa de entender la realidad, tiene que desmitificar, “críticamente develar”: los actores creen hablar, actuar, pero el trabajo del historiador, del sociólogo, del antropólogo es entender lo que hablan, lo que actúa en ellos: las infraestructuras que dominan al sujeto desde fuera; el inconsciente o el lenguaje que lo “actúan” desde dentro. Así se el sujeto en su autonomía y en su capacidad de dominar la realidad dando paso a la voluntad de impersonalidad y de atención privilegiada a las estructuras determinantes; y también, en los estudios históricos, al privilegio otorgado a la larga duración y a las masas anónimas, a la necesidad contra la libertad de actuar.
Si los hombres están sujetos a las normas de las estructuras culturales, mentales, sociales y económicas que rigen cada época, ¿cómo se pasa de una época a la otra?. Hay como una aporía lógica de la cual uno sale sólo de manera ficticia, con una acrobacia: los hombres cambian con los conjuntos normativos que los subyugan.
“en sus vastos límites el hombre es poderoso y libre”
No son los propósitos o el saldo final lo que distingue al “gran hombre” del “individuo excepcional”, sino la virtud. En función de este criterio, Chateaubriand, por ejemplo, dice que Napoleón era “un falso gran hombre”, a quien le faltaba, entre otras virtudes, “la magnanimidad que hace a los héroes”. El “gran hombre” es un individuo notable por su virtud, mientras que excepcional es todo individuo que ha modificado el curso de la historia o cambiado el mundo por la fuerza de su voluntad, fuera de toda virtud personal y sin tomar en cuenta el resultado de la obra realizada. César y Sila, César Borgia y Enrique IV, Hitler y De Gaulle, Napoleón y George Washington han sido todos actores excepcionales, pero sólo la mitad fueron grandes hombres. El voluntarismo caracteriza al “hombre excepcional”; el voluntarismo asociado a la virtud distingue al “gran hombre”...
En breve parte 2.
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