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lunes, 3 de junio de 2013

La Máquina cifradora y su creación.




                   El concepto de una máquina cifradora electromecánica fue patentado por un holandés, Hugo Koch, en 1919; pero fue un ingeniero berlinés, el doctor Arthur Scherbius, el primero en llevarlo a la práctica. En 1923, la Compañía Alemana de Máquinas Cifradoras empezó a vender una máquina que Scherbius denominó “Enigma”. A partir de ella desarrolló las Enigmas mucho más complicadas, mismas que fueron empleadas por los alemanes durante la segunda guerra mundial en sus radiomensajes de alto secreto. 
 
            En 1937, los japoneses habían puesto a punto una máquina similar, a la que los estadounidenses llamaron “Púrpura” y que fue utilizada por la Marina y el Ministerio de Asuntos Exteriores japoneses.

            La máquina Enigma se parecía a una incómoda máquina de escribir con un teclado en la parte delantera. Por mucho que se pulsase una letra determinada, nunca repetía la misma letra cifrada. Cada día se cambiaba la clave, según un programa que los alemanes creían ser los únicos en conocer.

            En los años treinta, los polacos resolvieron el misterio de los principios teóricos en que se basaba Enigma. En 1939 pasaron dos máquinas que ellos mismos habían construido, a Francia e Inglaterra, lo que constituyó un paso decisivo en la guerra de los mensajes cifrados. La Escuela británica de Lenguajes Cifrados en Bletchley Park, con un equipo de lingüistas y matemáticos, se afanaba por desentrañar las claves de Enigma.
             
                   En abril de 1940 se consiguió descifrar los primeros mensajes, y poco después los ingleses descifraban con regularidad los mensajes de la Luftwaffe y del ejército alemán. 

            En 1941, los expertos estadounidenses habían descubierto la clave diplomática japonesa “Púrpura”. Después descifraron también la clave de la Marina japonesa, lo que les permitió inutilizar la flota nipona en las islas Midway en junio de 1942 y, al año siguiente, derribar y matar al almirante Yamamoto, que había dirigido el ataque contra Pearl Harbor. Las réplicas inglesas y estadounidenses de Enigma, llamadas Typex y Sigaba, nunca fueron descifradas por sus enemigos.

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