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martes, 19 de marzo de 2013

Evolución de la velocidad.


Quizás fue algún tronco caído a las orillas de un río el primer medio de transporte utilizado por el ser humano, o probablemente algún animal domesticado; lo cierto es que siempre ha permanecido el espíritu de lucha por mejorar lo concebido; logrando así, evolucionar de la forma hoy conocida; llegando a construirse grandes embarcaciones a velas o a vapor, movidas por aspas gigantescas, que representaron el principal medio de transporte por varios siglos. Hasta que a alguien se le ocurrió mirar hacia el cielo y envidiar a las aves sus alas. Fue así como muchos hombres de ciencia, decidieran crear un artefacto similar a las aves; con alas, cola, no obstante, muchos resultaron infructuosos. Siguió la lucha y en 1.903 los hermanos Wright lograron su cometido.

Es evidente el gran salto científico y tecnológico dado entonces. Desde ese momento se ha trabajado muchísimo y se han rebasado muchas metas. Los aviones de hoy día son, por ejemplo, muchísimo más rápidos que los de entonces y que cualquier transporte terrestre o marino de cualquier época pasada o presente; por ello su importancia al hablar de velocidades, pues resulta claro que el volar brinda un sin número de ventajas a la hora de moverse rápidamente.
     Nunca se ha podido predecir con lujo de detalles las consecuencias de alcanzar ciertas velocidades, ya sean dichas consecuencias sobre el artefacto o sobre el piloto. En un principio se desarmaban las alas, se caían los motores y nunca faltó un giro mortal imprevisto a la hora de acelerar más y más; pero fue la práctica la mejor maestra y poco a poco todo se solucionaba. Entonces alguien se una meta: Rebasar la velocidad del sonido. Considerada la velocidad del sonido imposible o por lo menos muy difícil de superar, quedaba solo la tarea de trabajar e idear hasta lograr lo propuesto. Fue así como un buen día, a bordo de un avión de gran poder y mucho ruido, se cruzó el cielo a una velocidad superior a la del sonido. Es difícil imaginar el momento cuando el aparato aceleró y produjo ese ¡Boom! que todos asociamos a la llamada "barrera del sonido" pero es fácil suponer el gran sentimiento de satisfacción de los realizadores.

     Hoy día la velocidad del sonido  puede ser superada con relativa facilidad, e inclusive varias veces su valor, produciéndose algunos fenómenos. Sin embargo, la ambición, la curiosidad o grandes sueños hayan fijado lo que es hoy día la próxima meta a rebasar: la velocidad de la luz.

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